¿Qué hago con las joyas en vacaciones?

El verano es época de descanso y propicia para disfrutar de nuestro tiempo lejos de casa, pero por desgracia también es el momento del año en que se produce otra ola; la ola de los hurtos y los robos en domicilios. En este post os contamos algunas recomendaciones de la Policía y el Ministerio del Interior y os recordamos que desde hace años muchos clientes traen sus joyas al Monte de Piedad para que las custodiemos.

Una encuesta realizada a 4.995 personas por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) asegura que el 42% ha sufrido algún delito sobre sus bienes o sobre su persona. Más del 50% de los encuestados de Palma de Mallorca, Alicante, Sevilla, Madrid y Barcelona confesaron haber sido víctimas de algún robo.


No viajar con pertenencias valiosas

La portavoz de la Policía Nacional, María Fernández, recomendó a las personas que viajen durante este verano identificar sus objetos, dejarlos bien protegidos, no viajar con pertenencias muy valiosas y prestar atención en espacios abiertos o en aglomeraciones, que es cuando suelen ocurren los robos.

Además, el Ministerio del Interior lanzó la campaña «Mi casa a salvo» en la que recomienda no anunciar las vacaciones en redes sociales, cerrar bien puertas y ventanas y dar apariencia de que la casa está habitada para evitar los robos en viviendas. El robo con fuerza en domicilios fue el cuarto delito más cometido durante 2014, afectando a 66 de cada 10.000 habitantes del país.

En Monte de Piedad ofrecemos la posibilidad de preservar su patrimonio durante esta época del año garantizando la seguridad y protección de sus bienes.

Sus joyas, relojes u objetos ornamentales de plata permanecerán bajo custodia almacenados en nuestras cámaras de alta seguridad evitando así la preocupación de sufrir su pérdida por robos, accidente o expolio, garantizando la seguridad de sus bienes, y pudiendo disponer de las piezas en el momento que usted lo requiera.

Además, al realizar el depósito, usted accederá a un préstamo por sus piezas con el que podrá disfrutar de una manera más relajada de sus vacaciones.

Estamos a vuestra disposición también en agosto en nuestras oficinas de Monte de Piedad en Plaza de las Descalzas, s/n de Madrid o Ricardo de la Vega, 6, de Móstoles. Si tenéis alguna duda podéis llamar a 902 00 1702. Os recordamos que los beneficios del Monte de Piedad se destinan íntegramente a mantener la obra social y cultural de la Fundación Montemadrid.

¿Sabes lo que son las cuatro ‘ces’ de un diamante?

Seguro que habrás escuchado alguna vez aquello de ‘Este diamante es de cinco quilates’. Tal vez lo viste en una película, o lo leíste en aquella novela negra del verano pasado. Pero… ¿Sabes de verdad qué es un quilate? ¿Sabes cómo se calcula el valor de un diamante?

Un diamante vale lo que vale gracias al conocimiento y análisis de las cuatro ‘ces’ que cada pieza posee: son factores que se utilizan para evaluar los atributos de una piedra en el mercado. En inglés, cada ‘ce’ corresponde a una palabra: Carat, Color, Clarity y Cut. O lo que es lo mismo, el peso en quilates, el color, la pureza y el tallado de cada pieza.

Entender qué significa y cómo se mide cada uno de estos factores es esencial para dotar a un diamante de un valor adecuado a su naturaleza. Solo si se conocen y se miden las cuatro ‘ces’, se sabe si un diamante vale millones o unos cientos de euros.

El Carat se refiere a los quilates de un diamante y es la medida utilizada para calcular su peso. Según los estándares reconocidos, 1 quilate equivale a 0,20 gramos de diamante. Así que, contrariamente a la creencia popular, los quilates no están relacionados con el tamaño o volumen, sino con el peso, y ni tan siquiera se utilizan solo para medir estas piedras preciosas, pues es una medida que también se usa para valorar otras piedras preciosas y finas. Lo más curioso es el origen de la palabra: quilate es un mote que viene del árabe qirat, nombre de la semilla de la algarroba y de una moneda de plata muy muy pequeña que antiguamente se utilizaba para estandarizar el peso de las semillas con precisión, y que con el tiempo se utilizó para medir pesos pequeños.

Diamante Monte de piedad

El Color se refiere a la escala de tonos de un diamante y se determina mediante una paleta de colores aceptada internacionalmente. Estos tonos suelen dividir las piezas en dos tipos: los diamantes blancos y los diamantes fantasía. Los blancos pueden ser completamente incoloros o poseer un tono amarillento y hoy en día, aunque no es norma escrita, cuanto menos color contenga un diamante blanco, más valioso es. Y en lo que respecta a los diamantes fantasía… ¿Recuerdas la joya El corazón del mar de la protagonista de Titanic? Eso era un ejemplo de diamante fantasía, pues su gama de tonos es mucho más variada y pueden ser rojos, azules, verdes… e incluso incluir más de un color en la misma piedra. Este segundo grupo es mucho menos común y por eso,  suelen ser más valiosos.

Clarity es el término utilizado para marcar la pureza de un diamante, y se define mediante una escala establecida internacionalmente. Un diamante suele crearse con manchas en su interior, o imperfecciones en su superficie. Los diamantes perfectamente claros sin absolutamente ningún agente externo son muy raros. Por eso, cada imperfección o fallo en el interior o exterior de cada piedra disminuye el nivel de pureza y, por ende, su valor.

Color Diamante Monte de piedad

Y el Cut se refiere al corte de un diamante y determina su talla, un factor absolutamente esencial a la hora de valorar un diamante. La talla analiza la forma de un diamante pero también las proporciones, la simetría y el pulido de la gema. De hecho, todos estos factores afectan al brillo: si la talla del diamante es escasa, la luz se escapará por los lados, mientras que un diamante de talla óptima dirigirá toda la luz a través de la parte superior de la piedra, denominada corona. Además de eso, la talla también designa la forma del diamante: más allá del brillante redondo habitual también tenemos tallas marquesa, pera, oval, corazón y esmeralda.

Corte Diamante Monte de piedad

En nuestro Monte de Piedad, el más antiguo de España, contamos con un equipo de profesionales que analiza y conoce todos los secretos de cada una de las ‘ces’ de un diamante. Ellos son los encargados de valorar las piedras que, en muchas ocasiones,  subastamos y ponemos a disposición del público. Si te interesan los diamantes estate atento a nuestra próxima subasta: será el 13 de septiembre en nuestra céntrica sede, próxima a la Puerta del Sol (Plaza de las Descalzas s/n, Madrid). ¡Te esperamos!

Diamante Monte de piedad

¿Sabes cómo se tasa una joya?

En nuestro Monte de Piedad, el más antiguo de España, subastamos mes tras mes joyas de todo tipo con un amplia variedad de precios. Pero…, ¿cómo ponemos precio a las piezas? Es decir, ¿cómo se tasan las joyas? Hemos hablado con María Angeles Pérez Paz, coordinadora de Tasación, que nos ha explicado el laborioso y poco conocido proceso basado en tres elementos fundamentales: el metal, las piedras y el valor histórico de cada pieza.

Antes que nada, las joyas que llegan a nuestro montepío pasan por profesionales y gemólogos que determinan qué tipo de pieza estamos recibiendo. En ellas, lo primero, es detectar si son de oro de 18 o 14 quilates. “Comprobamos el tipo de oro que es y su tipo de ley, y marcamos un precio”, nos cuenta María. Pero a partir de aquí, las cosas se complican.

“Después tenemos que mirar las piedras que lleva cada pieza y según estas tener en cuenta distintos factores que van desde el tipo de brillante hasta la tendencia de la joyería del momento”, nos explica la coordinadora de Tasación. Es decir, que una vez se ha marcado el oro, el siguiente paso es atender al tipo de piedras que lo acompañan. Un proceso que suele dividir las piezas según lleven diamantes, piedras preciosas (como las esmeraldas, los zafiros o los rubíes…) o semipreciosas (como la calcedonia, el cuarzo o el topacio). “Todo esto teniendo en cuenta las tarifas marcadas por el brillante en cuestión, que calculamos con el índice del precio internacional llamado Informe Rapaport”, cuenta María.

Por si fuera poco, María nos explica que “no todas las piezas se tasan de la misma manera, muchas requieren un análisis más exhaustivo”. Se refiere a joyas que aunque no tengan oro de 18 o 14 quilates, tienen otro tipo de valores. “Hablamos de piezas que tienen un valor histórico o que son tendencia”. Una joya del siglo XIX no se puede tasar como una actual, porque hay que tener en cuenta la manufactura, el acabado, la época en la que está hecha o si tiene contrastes -el ‘DNI’ de las joyas-.

“Entonces la valoramos como pieza especial que depende de la demanda del mercado”, describe María. “Nosotros tenemos muy en cuenta las tendencias de la joyería moderna: no está igualmente buscado un pendiente que un alfiler”. Por eso, en Monte de Piedad, María se encarga de que las tasaciones consideren todos estos elementos y sean los más completas y rigurosas posible.

Ahora que ya sabes como se tasa una joya, puedes mirar con otros ojos el catálogo de mayo y pujar por él. ¡Y recuerda, que los beneficios de la subasta se destinan a la labor social y cultural de Fundación Montemadrid!

Un mes más nuestro Monte de Piedad pone a tu disposición un amplio catálogo de joyas actuales y vintage, que puedes consultar aquí, y adquirir en nuestras subastas. ¿Cómo? Pujando por ellas a través de nuestra web  o viniendo a las subastas presenciales en nuestra céntrica sede, próxima a la Puerta del Sol (Plaza de las Descalzas s/n, Madrid).

Los anillos de compromiso de la familia real inglesa

En este blog, además de contaros todos los detalles sobre las subastas de joyas que celebramos en el Monte de Piedad de la Fundación Montemadrid, nos encanta poder echar un vistazo a las joyas que ya forman, o próximamente formarán, parte de la historia.

Una boda real es el momento idóneo en el que las joyas ganan protagonismo. Antes del vestido, del banquete o de la lista de invitados, el secreto mejor guardado de una boda real siempre es cómo será el anillo de compromiso, la primera “piedra” del camino hacia el altar.

La expectación que genera el preciado anillo en las bodas reales es alta y en la mediática monarquía británica, aún más. ¿Hacemos un repaso de sus más recientes anillos de compromiso?

La duquesa de Windsor

Empecemos por la más polémica. Poco antes de la II Guerra Mundial, Eduardo VIII de Inglaterra decidió renunciar a todo, abdicar al trono en favor de su hermano y proponer matrimonio a la doblemente divorciada americana Wallis Simpson. El anillo de compromiso elegido estaba engarzado con esmeraldas de 19,77 quilates. En su interior una inscripción decía “Ahora somos uno del otro”.

Reina Isabel II

La siguiente que nos encontramos es la reina que más portadas y páginas ha acaparado de la historia, Isabel II. Para sellar su compromiso, el príncipe Felipe de Edimburgo mandó hacer un anillo con los diamantes de una antigua tiara de su madre, la princesa Alicia de Battemberg. Setenta años después de la pedida, la Reina de Inglaterra sigue llevando este anillo en todo tipo de ocasiones.

Diana de Gales

Lady Di fue la única princesa que pudo elegir su anillo de compromiso personalmente ya que el príncipe Carlos, a la vez que pedía matrimonio, le presentó una colección completa de las Joyerías Garrard. De entre toda la colección, la princesa del pueblo seleccionó un anillo con un zafiro ovalado de 18 quilates rodeado por 14 diamantes. Detrás de esta elección hay muchas teorías. Una de ellas dice que lo eligió porque el color combinaba con sus ojos, otra dice que en realidad fue la Reina Isabel II la que seleccionó el anillo y Diana estuvo conforme porque “era el más grande”.

Para darle un mayor simbolismo a este anillo, aunque la princesa de Gales quería llevarse directamente la sortija de la joyería, la casa real mandó fundir de nuevo una parte de uno de sus lingotes para componer la base del anillo. Con este mismo lingote se realizaron también el anillo de compromiso de la reina Isabel y las princesas Ana y Margarita de Inglaterra.

Una curiosidad más: con este mismo lingote, o lo poco que quedará ya de él, también se hizo el anillo de bodas de Kate Middleton.

La duquesa de York

Siguiendo la estela de su hermano, anillos de Garrard y colores que combinan, el príncipe Andrés eligió de la afamada joyería un anillo con un rubí, ya que se asemejaba al color de pelo de Sara Ferguson. Esto desató toda una moda de anillos de pedida con rubíes en Inglaterra que acabaría pronto, tras el sonado divorcio de la pareja real.

La duquesa de Cornualles

No es otra que Camilla Parker Bowles, la segunda mujer del príncipe Carlos. En esta ocasión, el príncipe tiró de joya familiar para que su querida Camilla pudiera lucir una espectacular alianza con un centro de diamante incrustado y tres tiras de diamantes más pequeños a cada lado.

Duquesa de Cambridge

Damos un salto generacional con la adorada Kate Middleton. Tras nueve años de relación, el príncipe Guillermo lo tuvo claro estableciendo una relación directa y muy simbólica con la elección del anillo de compromiso. Y es que Kate, la ahora duquesa de Cambridge, recibió el anillo de zafiro y 14 diamantes que perteneció a Diana de Gales.

La Duquesa de Gales

Y vamos a por la más reciente, la que será la próxima Duquesa de Gales. Meghan Markle ya tiene anillo de compromiso. En esta ocasión ha sido el propio príncipe Harry quien lo ha diseñado. Creado por Cleave and Company, actuales joyeros oficiales de la reina Isabel II, el príncipe ha elegido un gran diamante central procedente de Botswana, con un diamante a cada lado, propiedad de su madre Diana en el pasado.

Felicidades para la joven pareja y no dudéis que volveremos a ver por este blog a la familia real británica próximamente.

Si tú también estás pensando en casarte, no pierdas de vista la selección de anillos de compromiso que subastaremos el 16 de mayo a las 17h en nuestra subasta presencial (plaza de las Descalzas s/n, al lado del KM. 0 de Madrid, en la Puerta del Sol), y en la que podrás pujar también a través de la web https://subastas.montedepiedad.es desde el 7 de mayo.

 

Gema Yenes: «Cada vez acuden más particulares a las subastas»

Lo has visto en películas, en programas de televisión e incluso puede que alguna vez hayas hecho una puja en la conocida página Ebay. Lo cierto es que las subastas no son un formato de compra-venta desconocido, pero en realidad pocos han vivido en directo la emoción de una subasta presencial. Mañana, el Monte de Piedad de Madrid celebra su subasta del mes de abril, con un catálogo que puedes consultar aquí, y para acercar la experiencia a todos hemos hablado con Gema Yenes Martínez, coordinadora de la institución.

-¿Es necesario comprar una entrada o registrarse en algún lugar para poder acceder a las subastas?

No hace falta registrarse. A la entrada del Monte de Piedad te toman los datos para asignarte la raqueta con la que harás las pujas. Claro que si quieres ganar tiempo, puedes registrarte en la página web del Monte. Así, al venir a la subasta solo tienes que presentar tu documento de identidad y ya te asignan la raqueta directamente. ¡Sólo las empresas tienen que registrarse con anterioridad, puesto que tenemos que cotejar los datos fiscales con las escrituras!

-¿Dónde se celebran las subastas?

Dependiendo de las subastas, algunas se celebran en la Sala del Monte de Piedad (normales), otras en la Sala de las Alhajas (especiales). La de mañana es normal y se hace en el patio de operaciones del Monte que se prepara especialmente para la subasta. Es una sala amplia, rectangular, donde se ve al fondo una tarima alzada donde está el subastador y una persona tomando las pujas. A la izquierda la zona de caja y entrega de lotes. A los lados y de frente, unos monitores donde van saliendo los lotes a subastar. Hay capacidad como para acoger a 100 personas y no son sitios numerados… por lo que hay que venir prontito para coger sitio o si te gusta una zona en especial…como en los cines sin numerar…

-¿También hay una zona de teléfonos donde la gente va pujando y sumándose a las pujas?

De momento no, las pujas se hacen presencialmente o si se han hecho por internet, la mesa defenderá esas pujas.

©MIGUEL BERROCAL

-Ya está todo el público sentando. ¿Qué sucede a continuación?

El subastador se coloca en un atril y va explicando los lotes, aunque normalmente no explica “todos”, pues sería eterna la subasta, solo aquellos que él estima oportuno. Al tiempo que se sucede la subasta, los lotes se muestran en la pantalla. Ya ha habido una semana previa de exposición donde los clientes han podido tener en sus manos las piezas y observarlas con detenimiento.

-¿Cuántas piezas se seleccionan para una subasta?

Va  a depender de los préstamos que venzan cada mes, pero no baja de 1.500 lotes. Los lotes que salen a la subasta presencial se pueden renovar o cancelar hasta el día de la subasta (es una característica de las subastas de los Montes de Piedad). Cuando llegas a la sala de subastas hay listados con los lotes retirados para no perder el tiempo si resulta que ya no están. ¡En cualquier caso, en la página web está la información actualizada, por lo cual es conveniente echarla un vistazo antes de venir!

-¿Qué criterios se siguen para seleccionar los lotes?

Lo que se distingue es por tipología de pieza, dependiendo que tipo de joya sea, saldrá en una sesión o en otra. Se procura que a la sesión presencial vayan las mejores piezas: las más curiosas, antiguas, firmas, relojes buenos… Para la sesión de pliegos, suelen ser piezas más normales, mayoritariamente de oro. Y en la online, cositas muy comerciales, con brillantes pero no de gran tamaño, y también de diseño y vintage, especiales, muy demandadas por el público más joven. 

-¿Qué perfil de edad suele acudir a las subastas? ¿Son profesionales o gente curiosa?

A las subastas presenciales suelen acudir mayores de 30 años, entre 40 y 50 la mayoría. El público es muy diverso, claro que hay profesionales de la joyería y antigüedades, pero cada vez acuden más particulares, no sólo por conseguir joyas a buen precio sino porque nuestra oferta es muy variada y en determinadas tipologías de piezas, como las antiguas o primeras firmas, exclusivas y únicas.

-¿Generalmente se supera en la subasta el precio por el que se dejó la pieza en el Monte de Piedad?

Es lo normal, y en ocasiones cantidades importantes dependiendo del “pique” de los clientes. La gente se sorprende mucho cuando contamos que la diferencia entre lo que se ha rematado la pieza y el préstamo es para el prestatario. Nosotros únicamente descontamos los gastos del dinero que le prestamos y los generados por la subasta. Algunas veces las diferencias son importantes. El dinero está a disposición del prestatario durante 20 años, y si nadie lo reclama será para la Hacienda Pública, así que al final ganamos todos.

-¿La gente que ha ganado la puja se lleva la joya ese mismo día?

Puede llevársela ese mismo día, pero va a depender del importe. Para adjudicaciones superiores a 2.500 €, no se pueden hacer pagos en efectivo, con lo cual a no ser que tengas una tarjeta que te permita pagar esos importes, no la puedes retirar en ese momento. Para importes altos se paga por transferencia bancaria y se recoge cuando ya se ha hecho efectiva la transferencia. Plazo para pagar, si no lo puedo hacer en el momento: 5 días hábiles y hay que hacer una entrega a cuenta de un 20%.

Monte de Piedad

Un reloj Patek Philippe Twenty~4, entre las joyas excepcionales de la subasta de abril del Monte de Piedad

Reloj Patek Philippe Subasta abrilLa subasta de abril del Monte de Piedad de la Fundación Montemadrid depara gratas sorpresas a los amantes de las joyas y el coleccionismo. Quienes quieran venir el miércoles 11 de abril, a las 17h, a la sesión presencial que se celebrará en la céntrica sede del Monte de Piedad de Madrid (plaza de las Descalzas s/n, junto a la Puerta del Sol) podrán pujar por joyas excepcionales y muy demandadas en el mercado a precios únicos.

Saldrán a subasta piezas históricas, algunas muy preciadas por los coleccionistas, como un sello para lacre del XIX (lote 215) realizado en cristal de roca biselado y roleos vegetales en oro, que presenta sello en cuarzo ahumado con corona real e iniciales para sellar y garantizar la autenticidad de la correspondencia. Otra pieza de gran valor es un colgante devocional novecentista (lote 100) realizado en oro cincelado, con imagen de la Virgen realizada sobre marfil con pigmentos azul, verde y terracota sobre orla oval calada con motivos de la mitología clásica y vegetales, adornados por cuarenta y un diamantes, todos ellos talla 8/8.

Pero sin duda uno de los lotes estrella es un reloj PATEK PHILIPPE modelo Twenty 4 (107), realizado en oro blanco con caja adornada por treinta y dos diamantes talla princesa y treinta y seis brillantes. Todo un símbolo de elegancia, pensado para una mujer moderna y activa, que seguro será una de las piezas más codiciadas de esta subasta.

Bolso Art Decó
Un bolso de tarde art- dèco de exquisito diseño, un sello de lacre del XIX o un colgante devocional novecentista son algunas de las piezas que hacen de esta una subasta extraordinaria. Puja por estas y otras piezas a través de la web https://subastas.montedepiedad.es

Junto a este reloj otra pieza brillará con luz propia: un bolso de tarde art déco (lote 110), realizado en tres tonos de oro formando motivos geométricos, con delicado remate a modo de encaje y la boquilla decorada con coral, ónix y diamantes. Se trata de una pieza de exquisita factura y diseño que reúne todas las características del nuevo estilo artístico surgido en el animado y glamuroso París de los años 20, dando lugar a un gran movimiento en la joyería con influencia de las culturas orientales.

Y entre los lotes destacados de esta sesión, otra pieza singular: unos impertinentes para lectura hacia 1900 de oro (lote 1), lentes con perfil octogonal, decorados con motivos florales y vegetales.

¿Cómo pujar desde casa?

Quien prefiera pujar cómodamente sin moverse de casa puede hacerlo desde el día 2 de abril a través de la web https://subastas.montedepiedad.es, donde encontrará otras joyas exclusivas, de diseño y vintage, muy asequibles, así como consultar el catálogo de las joyas subastadas.

Terminología de joyas: sautoirs, princesas y camafeos

Collar de ocho hilos formados por cuentas facetadas de rubíes, esmeraldas y zafiros con oro. Cierre de oro gallonado decorado por rubíes y ochenta y cuatro brillantes, peso total aproximado de los diamantes 1,50 ct, características estimadas de color H-I y pureza SI. Longitud 40 cm.

 

Qué es un carat, por qué el dinero se llamaba plata o de dónde vienen los nombres de los metales preciosos más usados son preguntas a las que ya hemos ido dando respuesta desde este blog. En esta ocasión, seguimos profundizando en la terminología de joyería para arrojar un poquito de luz sobre el porqué de los nombres con los que conocemos a algunas joyas. ¿Sabes qué es exactamente un sautoir o un matinée, por qué se llaman así los camafeos o de dónde le viene la realeza a la talla princesa de los diamantes? Sigue leyendo y lo descubrirás…

 

De autoirs, matinées y princesas

Para muchos, un collar es un collar. Pero para los amantes de la joyería, collares hay muchos y se conocen con varios nombres, como no podría ser de otro modo para uno de los tipos de joya más antiguos (se han encontrado collares de conchas que datan del 28.000 a.C.). Habitualmente, los collares se clasifican por su longitud, además de por el material con que estén hechos. Así, la gargantilla sería el collar más pequeño y ajustado al cuello (a la garganta), con longitudes de hasta 40 cms. A partir de aquí, nos encontramos con varios tipos: princesa (hasta 50 cms), matinée (60 cms, quedando justo por encima del escote), ópera (hasta 85cms) o sautoir (de 90 a 100 cms, en una o dos vueltas alrededor del cuello).

Este último tipo, el sautoir, tanto terminado en algún tipo adorno o borla como sin él, es quizás uno de más populares. Coco Chanel ya lo puso en boga y las flapper-girls de los años 20 los emplearon profusamente hasta hacerlos casi un icono de la mujer liberada de la época que tuvo su eco en los largos collares, más informales, de los años 60 y la moda hippy.

Coco Chanel. Foto: By Marion Golsteijn (Obra propia) vía Wikimedia Commons.

Otro detalle curioso es este collar matine en degrade de cuatro vueltas con broche de diamantes que llevaba Audrey Hepburn en «Desayuno con Diamantes» y que dibujaba la forma redonda del vestido por la espalda.

Princesas brillantes que no son brillantes

Aunque, como hemos visto, también existen los collares de tipo “princesa”, en este caso nos referimos a la talla de un diamante. Ya os contábamos aquí que, efectivamente, existen muchas formas de tallar los diamantes, siendo el brillante de forma redondeada, quizás, la más conocida. En segundo lugar, estaría sin duda la talla princesa, que da al diamante una forma cuadrada en su parte superior, en la corona, y un perfil similar al de una pirámide invertida.

Se trata de una forma de talla relativamente reciente, ya que data de los años 60, y se diferencia del brillante, además de por la forma de la talla, por constar de 74 facetas – frente a las 58 de un diamante – y en poseer una luminosidad diferente precisamente por ello. Suele ser muy habitual en solitarios o anillos de compromiso.

 

 

El camafeo

El camafeo es una pieza de joyería realizada en relieve sobre una piedra, habitualmente ágatas (ónices y sardónicas), concha o lava, de forma que, aprovechando los diferentes colores que suelen ofrecer las capas de estos materiales, se genera un relieve en un color sobre un fondo de otro distinto. Así es, al menos, el camafeo que ha llegado hasta nuestros días.

Sus orígenes, como su etimología, no están del todo claros por remontarse a bastantes siglos atrás. Se sabe que eran muy populares en la Antigua Roma y Grecia. El término actual “camafeo” proviene de hecho de una palabra latina que derivó en la italiana “cameo” y la francesa “camaheu” (actualmente, “camaïeu”), que es el origen directo de nuestro término. Pero se plantea también que “cameo” a su vez está emparentado con el término árabe “khamea”, que significa amuleto.

Se cree que aparecieron por primera vez en el Antiguo Egipto, en Alejandría, de donde llegarían y se popularizarían en Grecia y Roma. Volverían a estar muy en boga durante el Renacimiento, siendo muy cotizados los realizados con diferentes tipos de conchas marinas. Pero sería en la época victoriana y los principios del siglo XX cuando vivirían su último pico de popularidad y adquirían las características y motivos con que los conocemos hoy en día.

 

‘El colchón’, Primer Premio del Concurso de Microrrelatos

¡Y aquí tenéis el relato ganador del Primer Premio del Concurso de Microrrelatos 315 Aniversario del Monte de Piedad! Un reconocimiento con el que hemos querido poner de relieve la importancia histórica y actual de una entidad que lleva tres siglos ofreciendo ayuda a quien lo necesita en forma de crédito social. Gracias a todos los participantes y enhorabuena a Fernando Larra Fernández por su magnífico relato, El colchón. Un galardón que se reconoce con un premio dotado de 1.702€, cifra que rememora la fecha en la que se fundó Monte de Piedad. Puedes descubrir el relato que ha conseguido el Segundo Premio aquí, y los ganadores de los Accésits del concurso aquí. Te invitamos a conocer la labor que sigue llevando a cabo la entidad. 

El Colchón

Un microrrelato de Fernando Larra Fernández (Madrid), ganador del Primer Premio del Concurso de Microrrelatos de Monte de Piedad

Todo el que entra por primera vez en mi despacho gira la vista y asombrado me hace la misma pregunta. Y a mí me encanta contarlo.
Mi padre era buena persona, guardagujas y pobre de solemnidad. Una bomba durante la guerra le sepultó mientras dormía y veinte años después aun caminaba contrahecho y con dolores crónicos. Así que en la Navidad de 1.960, mi madre, cansada de oírle rezongar por la noche, le llevó a rastras a Somieres Numancia a comprar a plazos un colchón de esos modernos de muelles. Y no sé si por comodidad o por no oírla. Pero mi padre no volvió a dar un ruido. Y así el colchón se convirtió en el artículo de lujo de una familia pobre.

Pero cuando acabé el colegio y empecé a estudiar maestría industrial en Embajadores, el colchón empezó a desaparecer de casa por temporadas.
La primera vez que pasó mi madre lo achacó a un muelle roto. Aunque tres meses para arreglar un muelle, parecía mucho tiempo. La segunda vez ni siquiera pregunté. Pero la tercera me di cuenta que el colchón desaparecía siempre en septiembre. Una mañana, cuando estaba a punto de empezar mi último curso vi a mi padre salir de casa con el colchón. Decidí entonces seguirle para averiguar donde pasaba los otoños el ojito derecho de la familia. Una hora después colchón y padre atravesaban la entrada del Monte de Piedad de Madrid en la plaza de las Descalzas. Cuando al día siguiente madre me dio las trescientas cuarenta y siete pesetas de la matricula comprendí dos cosas. Como era posible que yo estudiara en aquella escuela y donde pasaba el tiempo el colchón.
Así que por extraño que parezca, un colchón viejo, un recibo de empeños del Monte de Piedad y la foto de mis padres, decoran con orgullo la pared del director de mi empresa.

¡Descarga y lee aquí los relatos ganadores!

Lee ‘2,6 gramos’, Segundo Premio del Concurso de Microrrelatos de Monte de Piedad

Os presentamos el relato ganador del Segundo Premio del Concurso de Microrrelatos 315 Aniversario del Monte de Piedad. Un reconocimiento con el que hemos querido poner de relieve la importancia histórica y actual de una entidad que lleva tres siglos de actividad ininterrumpida ofreciendo crédito social. Gracias a todos los participantes y enhorabuena a Mónica Barros Grela por su relato que nos ha enviado desde A Coruña ¡Gracias! Puedes descubrir a los ganadores de los tres Accésits aquí, y también leer más historias sobre Monte de Piedad o sobre la labor que realiza.

2,6 gramos

Un microrrelato de Mónica Barros Grela (A Coruña)

Se sentó en un banco frente al río. Hacía frío. Su mano derecha jugaba a dar vueltas al anillo dentro del bolsillo de su abrigo gris. Pensaba y recordaba. Pensaba en cuánto le había costado recuperar aquella alianza. Había ganado una subasta en el Monte de Piedad en la que nadie había pujado por ella. “Alianza de oro amarillo de 18 kilates. 2,6 gramos. Grabada Carlos 18- 09-1973. Precio de salida: 130 euros”, rezaba la descripción. El dinero era lo de menos, costaba más recuperar todos los recuerdos que guardaba aquel trocito de oro amarillo. Nadie entendería que hubiese pujado por recuperar aquella alianza que la había tenido atada a la pena, al dolor, al llanto y al miedo. Pero ella necesitaba jugar de nuevo con el anillo en su bolsillo, como hizo tantas veces escondida en su casa, abrazando a sus hijos, esperando a que terminase el horror interminable, inevitable. Volvió a tener las mismas sensaciones, las mismas emociones. Volvió a oler el miedo, a escuchar los pasos, a callar los gritos, a saborear la sangre del labio partido y a tocar aquella alianza que la unía al terror. Se levantó despacio, sacó el anillo apretado en el puño y con fuerza lo lanzó al río. Un grito ensordecedor y primitivo, salido de las entrañas, atravesó el frío de la mañana y quedó suspendido sobre la bruma. Se marchó con las manos en los bolsillos, evitando que la helada cuartease la piel de sus manos, y dejando en el río para siempre el dolor, la pena, la rabia y el odio en 2,6 gramos de 18 kilates.

¡Descarga y lee aquí los relatos ganadores!

Descubre los Accésits del Concurso de Microrrelatos de Monte de Piedad

Aquí os dejamos los microrrelatos premiados con los del Concurso de Microrrelatos 315 Aniversario del Monte de Piedad. Tres reconocimientos con los que hemos querido poner de relieve la importancia histórica y actual de una institución que lleva tres siglos de actividad ininterrumpida como entidad de crédito social. Gracias a todos los participantes y enhorabuena a Pilar Salazar por su relato 19 Pasos, a Julio Sancho por su historia en Por unos anteojos y a Isidro Catela por Esas pequeñas cosas. Puedes consultar el resto de ganadores aquí,  descubrir más historias de Monte de Piedad y de la labor que realiza.

19 Pasos

Un microrrelato de Pilar Salazar Olmo (Sevilla)

Hay 27 pasos desde la cocina al cuarto de la música; 14 desde el aseo y 43 desde la entrada, ni uno más, ni uno menos. Parece como si todas las estancias de la casa, como si todas sus paredes, estuvieran al servicio de esa sala del fondo, la de las ventanas tapiadas, donde el abuelo pasaba sus noches frente al viejo piano. Lo tocaba a veces –sus manos blancas sobre las teclas blancas- para acallar el sonido de un grito, de un disparo o de una bomba. Y cuando el sueño estaba a punto de vencerlo –da igual la hora que fuera-, hacía los 19 pasos hasta el dormitorio y, arrodillado frente a la cama, sacaba el baúl donde escondía tres partituras originales que había comprado años atrás por una fortuna. Con los ojos cerrados, las tocaba, las besaba, las repasaba con el dedo e imaginaba que la Quinta Sinfonía de Beethoven palpitaba ahí dentro, que algún día todas esas notas saldrían a la guerra y devolverían la paz. “La música me salvó”, diría siempre. Fue su escudo contra el miedo, su conjura frente al horror. Una mañana de febrero de muchos años más tarde, ya con mi abuelo muerto, mi abuela se acercó al Monte de Piedad y recogió las partituras originales, las verdaderas. Las llevó a casa y, en silencio, las guardó en el baúl que aún seguía bajo la cama. Lloró, de nostalgia, de alegría. Ella cuenta que escaparon del hambre, de la miseria y de las ratas gracias a esas partituras que ella empeñó a espaldas de su marido. Así tuvieron pan, garbanzos, achicoria. El pobre anciano, hasta el mismo día de su muerte, siguió acariciando con sus manos de ciego esas partituras, que no eran más que folios en blanco. Nunca supo del engaño. ¿Para qué? Como él mismo decía: la música le salvó la vida.

 

Por unos anteojos

Un microrrelato de Julio Sancho Ordaz (Madrid)

Ahora todas las noches veo las estrellas por un cuadradito en el techo. Se rompió el cristal cuando quise atizar a mi hermano con el escobón. Mamá no se enfadó y por eso me puse más triste. Dijo que ya lo repondríamos en cuanto c obrase la paga trimestral, aunque sé que estaba esperando ese dinero para comprar tela y hacernos r opa nueva.

De momento hemos puesto una madera, que hace las veces de tapadera, pero casi siempre la quito porque hay poca luz y la abuela, que es muy vieja, dice que no ve nada. Lo cierto es que está casi ciega, y con toda la luz del mundo tampoco ve ni torta.

Hace unos días entró un pichón muy gordo en casa y mi hermano lo capturó. Mamá se puso muy contenta y bajó a comprar cebollas para guisarlo. Luego, al desplumarlo, resulta que era todo apariencia. Estaba escuchimizado. Así que en vez de guisarlo tal cual, mamá lo usó para caldo.

Me da mucha vergüenza confesarlo, pero la hermana Sonsoles me ha dicho que el pecado no se va a perdonar del todo si no se lo digo a mamá. Yo creo que ella se va a poner todavía más triste si se lo cuento, así que prefiero irme un año entero al purgatorio cuando me muera, si hace falta. Pero voy a escribirlo aquí, para que no se diga que oculto las cosas.

Llevé a empeñar el cortaplumas de mi hermano al montepío y les dije que lo había robado una urraca que había entrado por el tejado. Se enfadó mucho y estuvo rabiando y pateando toda la tarde, pero maldita la falta que le hacía. Además, sólo me dieron dos perras gordas por él, ni que hubiera sido un sable de plata. Compre unos anteojos para la abuela y ahora dice que ve mucho mejor, aunque se los pone del revés.

Aquellas pequeñas cosas

Un microrrelato de Isidro Catela Marcos (Madrid)

Desde hace un año, mamá vive en la sima del olvido. Para sus hijas apenas tiene una mirada distraída, a las tres nos llama Antonia (Antonia es ella). Para papá guarda un par de palabras, a veces tres, que repite después de comer y a la hora del baile.

Se pasa las horas en la ventana. Cuando atardece, se pone nerviosa, agita los brazos y balbucea, en bucle, la-caja-la-caja-la-caja. Calla cuando papá le trae la caja de cartón en la que pone “mis cosas”. Se la abre, con delicadeza, y va colocando encima de la mesa los objetos que contiene: fotos y vinilos, centenares. Mamá lo revuelve todo y saca con habilidad solo dos (siempre los mismos), de entre el desorden.

Primero, una foto amarilla, color tiempo. La pone encima del hule. Papá le cuenta que esa joven es ella. Que ese día bajaba las escaleras de la Casa Encendida, vestida de novia para ir a la iglesia y casarse con él. Que el edificio era entonces vivienda de empleados y casa de empeños de la Caja de Ahorros de Madrid. Que trabajabas allí, Antonia. En la casa de Pepita, la hija del director de una sucursal del banco. Que la gente del barrio era pobre y empeñaba ropa, colchones y sábanas; algunos, de forma excepcional, máquinas de coser, y otras cosas extrañas como aparatos ópticos y tocadiscos. Nosotros también empeñamos uno, y luego lo recuperamos.

En ese momento, mamá señala el vinilo. Papá pone la música que suena a chasquidos, a interferencias y a arena. Sin levantarla del sofá, le agarra las manos y se las va moviendo a un lado y al otro. Bailan agarrados. Él, que se sabe la canción de memoria, le canta bajito sobre la voz de Joan Manuel Serrat. Ella insinúa una sonrisa y le dice muchas-gracias-señor.

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